Mar 27, 2010

Want to go for a ride?

"Odio esta camiseta" - piensa Jorge al estacionar su auto cerca del cordón de seguridad, colocado para impedir el paso de los curiosos. A pesar de que es una avenida poco transitada, la presencia de patrullas, el espectáculo de las luces y el movimiento del personal policíaco, es difícil evitar llamar la atención de transeuntes y peatones. Son las 12:30 de la noche de lo podía pensarse que era un jueves demasiado tranquilo.

Jorge se baja del vehículo, tomando su chaqueta de jeans. Enseguida se la coloca y se dirige al oficial que custodia el cordón de seguridad. El oficial, al observarlo, reconoce quien es él, permitiéndole el paso.

"¡Teniente!" - grita Aurora, la jefa del departamento de policía. Camina hacia Jorge, quien se detiene para esperarla.

"Se que era tu día libre. Pero se trata de "él"... lo sabemos" - le dice Aurora, con una expresión mezcla de impotencia y rabia, que Jorge ya conoce. Conoce demasiado bien las expresiones y sus miradas, miradas provenientes de unos ojos color miel.

"Entonces veamos que hizo esta vez" - le responde Jorge.

Ambos se dirigen a un sedán azul, estacionado cuidadosamente en la avenida. Dentro, había una joven, situada en el asiento trasero. De no ser por el visible destajo en su cuello, cualquier transeúnte pensaría que se trataría de una chica que se había quedado dormida en el asiento trasero de su auto, fuera por la razón que fuera. Pero fue un patrullero que, conociendo la tranquilidad de la zona y lo inusual de un auto estacionado a esa hora en ese lugar, decidió acercarse al auto, dándose cuenta de que la joven estaba muerta.

Jorge saca de su chaqueta unos guantes de látex y se inclina sobre la víctima, cuidando de no alterar la escena del crimen. Mismo patrón de herida, mismo movimiento, mismas características físicas de las otras víctimas, misma técnica. Era el. A él le gusta degollar como corderos a sus víctimas, denándoles toda su sangre. Jorge pensaba en una sola cosa, que esta vez el asesino hubiese cometido un error. Tan solo uno. Pues si de si algo había dejado establecido el asesino, era el realizar sus actos y desaparecer como si se tratara de un fantasma.

Días antes, Anna salía de su trabajo. Era otro de esos lunes, que luego de un fin de semana de descanso y relax, no quieres que llegue el inicio de otra semana más con hojas de cálculo y libros contables. Pasadas las nueve de la noche, decidió regresarse a casa.

Mientras se dirigía a su vehículo, un sedán azul del año pasado, estacionado en el sótano del edificio donde trabajaba, decidió llamar a Marcos. Marcos era el chico más amable que había conocido en mucho tiempo, y le reconfortaba escuchar su voz, así fuera por el celular.

Ingresa al auto, y colocándose el celular entre el hombro y el oído, introduce la llave en el encendido. Enciende el auto y comienza a recorrer el estacionamiento dirigiéndose a la salida, al mismo tiempo que le contaba a Marcos sobre su día. En un abrir y cerrar de ojos se encuentra ya en la autopista, la misma que siempre tomaba para regresar a casa.

Cuelga el teléfono y enciende la radio. Busca su estación favorita y sube un poco el volúmen. Metida en sus pensamientos mientras observa el camino, se da cuenta por el retrovisor que un vehículo se le acerca a toda velocidad. Sorprendida, trata de tomar apresuradamente el canal lento para darle paso, pero el vehículo justo se coloca detrás, tocando la corneta y haciendo cambio de luces de forma frenética.

Anna comienza a asustarse, y decide no detenerse. Pisa el acelerador y sujeta firmemente el volante, pero el otro vehículo acelera y se le sigue acercando, todo esto mientras continuaba con su toque de corneta constante y sus cambios de luces. Anna está realmente asustada, y comienza a sollozar presa de la desesperación e incertidumbre. El vehículo frenético intenta colocarse a un lado, y bajando el vidrio del copiloto nota que el chofer comienza a vociferar algo que Anna no comprende. Dominada por sus nervios, no sabe que hacer y continúa sollozando y acelerando aún más. Solo desea que el conductor se aleje y la deje en paz.

"¡Dios mío!... ¡Dios mío!" - se repite a sí misma. El vehículo incesantemente continúa su persecusión, hasta que de pronto un bache en la autopista hace que el chofer pierda el control del vehículo que iba a toda velocidad, yendo a parar este al muro de concreto que divide los canales de la autopista. Ante el impacto, el chofer sale disparado a través del parabrisas y cae en el pavimento. Malherido, con apenas fuerzas alcanza a observar el auto de Anna alejarse, levantando su mano como intentando alcanzarla, logrando a decir en apenas suspiros:

"Por favor... detente..."

"..."

"hay... alguien... atrás..."

Anna continúa acelerando, y observando el auto del chofer estrellarse contra el muro de concreto, siente alivio. Decide continuar un poco más y detenerse. Deja de sujetar el volante y se lleva sus manos al rostro. No puede creer lo que le ha sucedido. Pero ya pasó. Todo está bien.

Al instante, una figura aparece en el asiente trasero. Anna al sentir la presencia, voltea rápidamente hacia el asiento, y logra verlo. Sus ojos, llenos de una oscuridad indescriptible, se centran en los de Anna, y sacando un inmenso cuchillo, lo coloca rápidamente en la garganta de la chica, sujetándola desde atrás y tapando su boca, a la vez que le susurra al oído:

- "Vamos a dar un paseo..."

Mar 21, 2010

Deal with the consequences...

"Honor is not avoid your errors, it's deal with the consequences".

Esta frase la encontré alguna vez por casualidad en un site de manga/anime. La frase la mencionaba un Coronel de la serie Fullmetal Alchemist, llamado Roy Mustang. De inmediato sentí empatía con la frase, pues a mi modo de ver refleja que siempre podremos cometer errores, pero la diferencia está en la manera en que los afrontemos.

A veces tenemos que afrontar no errores, sino decisiones que otros verán como errores. Mandela tuvo que resistir que su familia no tolerara su deseo de reconciliar su país. Grandes hombres han tenido que ser objeto de burla e incomprensión por sus actos, y se han convertido en grandes hombres es no por el acto en sí, sino por su modo de afrontar las consecuencias del mismo.

Una vez un gran amigo mencionó que el destino pudiera no existir, y que nuestro presente es solo la consecuencia de las decisiones que hemos tomado. Ante ustedes afronto el hecho de que no siempre tomé las decisiones más idóneas, y a veces no niego que pienso sobre ello.

Por otro lado, observo que muchas decisiones también me han llevado a arriesgarme y obtener satisfacciones, logros. Me veo ahorita y mi vida puede ser muy distinta a como me la imaginé hace unos años atrás, pero también observo que tengo y he vivido cosas que tampoco imaginé, cosas buenas.

El pasado hizo nuestro presente, y lo que hagamos en el presente se reflejará en el futuro. Agradezco mi pasado, pues me hizo quien soy ahora, pero lamento en el corazón que en el proceso hayan habido heridas no solo en mi, sino en otras personas. Y se que un "lo siento" no basta.

Esa es la parte triste, pues deberé afrontar las consecuencias de ello, y muchos estarán de acuerdo que no muchas de esas consecuencias tienen final feliz.

"Oh, help me, help me from myself!
and I listen, from both sides of the bed,
nothin', I'll do this one myself...oh oh oh myself....myself"
State of love and trust - Pearl Jam