Jul 3, 2012

Ausencia

"¿Dónde rayos se metió el tipo este? - se dijo así misma.

En la ruidosa sala de redacción, se encontraba Violeta. Artes a medio hacer, maquetas, artículos corregidos y otros rechazados con observaciones y comentarios escritos a mano. Música al suficiente volúmen y en el playlist adecuado. Esos playlists que manejan el tiempo al antojo del compás de las canciones seleccionadas, y la canción que rodaba era "Time is running out" de Muse. En fin, en plena meseta del clímax de un deadline.

Violeta trabajaba para la revista "Me la como", revista de moda sobre nuevas tendencias gastronómicas, algo de enología y noticias varias. Y justamente hoy, los empleados corrían desesperados dando los últimos toques a la publicación, que al finalizar la jornada debía ser enviada a imprenta.

"No podré estar allá hoy" - dijo ese día temprano Carmelo por teléfono a Violeta. Carmelo es el dueño y editor en jefe de "Me la comí". Le dijo algo sobre un problema de salud que le impedía asistir, cerrando la conversación con la frase motivadora estándar #5: "Te dejo a cargo, hazme sentir orgulloso".

Algo notó Violeta en la voz de Carmelo. Aunque sereno como solía serlo siempre, lo sintió distinto. "Este mamaracho..." - alcanzó a exclamar Violeta, mientras colgaba el teléfono. Nerviosa, pensaba que todo se iría al caño, pero del nerviosismo paso a la emoción. Emoción que alimentaba ideas, y porque no, su ego.

Uno a uno, tomó los diseños de la maqueta y se dirigió a la sala de diseño, donde estaba Sara, la diseñadora gráfica. Sara era una máquina. Una de esas personas que contratarías por su talento, mas no por su presencia. Introvertida, callada al extremo. Veía al resto del mundo con ojos de desprecio o indiferencia, dependiendo del humor con el que amaneciera, que obviamente, era imposible de determinar.

"Sara. Esto apesta. Necesito que aceleres, faltan cosas y sabes que no hay mañana" - dijo firmemente Violeta.

"Ok" - fue la única palabra que salió de Sara.

Sucesos más, sucesos menos, ya a las 6 de la tarde de ese día, Violeta tenía listo todo. Mientras preparaba el entregable, sonreía. Estaba sobrada. Todo se había hecho. Se sentía grandiosa. En ese momento, podía acabarse el mundo, y ella solo levantaría la mirada y exclamaría: "Ja!".

Llegaba la noche, y con ella, el momento del descanso.

A la mañana siguiente, llegó Carmelo. No sabía si acercarse a saludar, o pasar de largo. Con dudas, decidió saludar a Violeta.

"Estoy vivo" - alcanzó a decirle a Violeta, mientras intentaba no mostrar ninguna reacción que lo delatara.

"¿Qué fue lo que te pasó? - preguntó Violeta.

Mientras daba un resumen de lo que sucedió en la entrega, Carmelo no evitó recordar los eventos del día anterior. Se escapó con su amante, Vero. Imágenes de esos momentos transcurrían en su mente a una velocidad impresionante, recordando sensaciones, risas, sonidos, sabores, emociones. Momentos intensos, escenas llenas de encaje, cuero, amarres, sangre, dolor, velas y asfixia.

"Es que me caí y me doblé el pie. Tuve que ir al médico" - dijo al final Carmelo.

"¿Y no podías simplemente decírmelo por el teléfono ayer?" - preguntó extrañada Violeta.

Carmelo no escuchó y siguió caminando a su oficina. Seguía hipnotizado inmerso en sus recuerdos. Tanto, que ni siquiera reparó en simular un caminar irregular para apoyar su mentira. Así que su "coartada" se hizo trizas.

"Me doblé el pie, aja..." - se dijo a sí misma Violeta, mientras reía disimuladamente.

Y así, ese día transcurrió sin pena ni gloria. La ausencia de adrenalina hacía de las suyas. Violeta se sentía desanimada, incluso triste. Necesitaba la acción, acelerar, ir al extremo.

Pero solo sería cuestión de tiempo para otro deadline. Ella lo sabía. Así que, solo se reclinó, y disfrutó el pasar de las horas, mientras colocaba su playlist favorito.