Sep 11, 2008

Misión: Serenata


Muchos recuerdan con nostalgia sus años de bachillerato (o prepa, como lo conocen en el exterior). Sienten que fueron "los mejores años de la juventud". En mi caso, no fue así. Los mejores "años de mi juventud" transcurrieron en mi época universitaria. Hace poco, recordé una anécdota del estilo "si la cuento no me lo creen", y bueno, ¿qué mejor lugar que éste para contarla?.

Transcurría el año 1999. Tenía un amigo, E, que adoraba la música (aún la adora). Tiene un talento natural y envidiable para la música, buena voz para el canto y hábil con la guitarra, la cual toca "de oído". El problema era que E era muy enamoradizo, y vivía sus enamoramientos de manera muy intensa, con todos los altibajos que ello trae.

Por aquel entonces, X era la chica que había capturado el corazón de mi amigo E. La chica era dura, y por mucho que E intentaba ganarse su corazón, no cedía. Eso parecía motivar más a E en sus intentos, y se ideaba cada ocurrencia para conquistarla, las cuales el grupo de amigos las bautizámos "jugadas", utilizando el argot deportivo.

Un día, E llama mi casa y me dice "que tiene una jugada en mente y necesita que lo ayude". La jugada consistía en llevarle una serenata a X esa noche. En ese entonces se me daba bien el tocar la guitarra también, así que acepté en acompañarlo.

E llegó esa tarde a mi casa con unas rosas. No se nos ocurrió otra cosa, sino colocarlas dentro del refrigerador en vez de colocarlas en un florero con agua. Practicamos algunas canciones y escogimos las que consideramos adecuadas. Se nos hizo la noche y decidimos partir.

X vivía en una zona no tan privilegiada, y tenía su cuota de peligro, pues era una zona con cierto índice de delincuencia. Esto no aminoraba las ganas de E de llegar y cumplir su cometido, y no recuerdo que es lo que pensaba yo en ese entonces y donde estaba mi sentido del riesgo, pero en fin.

Como decidimos partir un poco temprano, pensamos que lo más idóneo era esperar en una zona cercana, pero más segura y acercarnos en taxi a la casa de X. Así hicimos, permanecimos un rato por un vecindario cercano. El primer blooper de la noche, fue cortesía de nuestro amigo el frío. Por efecto del refrigerador y el cambio de frío al calor del ambiente, las rosas comenzaron a colapsar. Los pétalos se iban desprendiendo uno a uno, y su color pasó de rojo intenso a morado. E, alarmado, comenzó a desesperarse. ¿Qué se me ocurre hacer?, pues ¡busquemos una casa con jardín, y si tiene rosas, nos robamos una!.

Ya de noche y sumido en el desespero, la idea para E no sonaba tan mal, así que comenzamos nuestra caminata. No imagino como sería la escena, dos figuras nocturnas con estuches de guitarras en sus hombros, saltando de jardín en jardín buscando la bendita rosa. Supongo que alguien llamaría a la policía.

La búsqueda no resultó, y como aún no era la hora, resignados decidimos sentarnos en una venta de perros calientes que estaba en el lugar. Al vernos, una señora que acompañaba al vendedor nos preguntó:

- "¿Qué hacen con esas guitarras?... ¿acaso van a dar una serenata?".

La respuesta es bastante obvia si nos veía con unas guitarras y unas rosas, a pesar de estar ya marchitas.

- "Así es" - respondió jocosamente E.

- "¡Ah, caray!, eso sí que no se ve todos los días" - terminó argumentando la señora.

Se nos hizo la hora y tomamos el taxi. El trato era que el chofer nos llevara al lugar, nos esperara, y nos trajera de vuelta. Al chofer no le gustaba mucho la idea, imagino que era por la zona a la que íbamos, así que lo disuadí con un poco más de dinero, acción con la que más tarde E me bautizaría Gambito, porque tenía "ases guardados bajo la manga".

Y así partimos. La casa de X estaba al comienzo del barrio, así que no era "zona roja" adentro. Con sumo cuidado llevamos, bajamos y comenzamos la serenata. E cantaba y tocaba su guitarra y yo solo le acompañaba con la música, pues a mí si no se me da el canto. Todo estaba en silencio, silencio que fue interrumpido por las canciones. Y entonces...

Escuché un "¡TOC!" detrás de mí. Era una piedra. Miro hacia arriba y noto que esa no era la única. Venían más. El chofer se me acerca asustado y me dice: -"¡Pana!, mejor muevo el carro hacia allá, porque sino si me cae una piedra..." -. Pero E continuaba. Mirábamos de vez en cuando hacia arriba cuidándonos de que no nos pegara una en la cabeza, hasta que en un momento el lanzador anónimo de piedras se detuvo.

Luego de la escena, al fin salió X. Y no solo X, sino su padre, su madre y sus hermanos. Luego de una lluvia de piedras, creo que ya lo que sucediera no importaba. Lo positivo del asunto es que X se mostró receptiva y su familia no mostró signos de hostilidad. Al contrario, disfrutaron. Finalizamos y E le hace entrega de las rosas marchitas. - "Te prometo que era rosas bellísimas, pero algo ocurrió en el camino" - dijo.

Nos despedimos, y nos fuimos con el chofer. No pensé que una inocente serenta iba a convertirse en toda una escena de acción y comedia, pero debo reconocer que fue divertido. Nunca supimos quien nos lanzó las piedras, pero es posible que hayan sido vecinos enfadados por el hecho de que dos chicos les interrumpieran su sueño. O bien, simplemente disfrutaban lanzar piedras.

E y X lograron convertirse en novios. Pero la relación fue accidentada y no resultó, cosa que demuestra que no siempre los actos románticos construyen, pero sí mantienen. Eso sí, asegúrense de cuidar las rosas, y por si acaso, miren hacia arriba.

Imagen: "Serenata" (http://davidguzmanfoto.blogspot.com/2007_06_01_archive.html)

4 comments:

Anonymous said...

Te va a parecer increible, pero no hace mas de una semana ... estaba comentando ese episodio con el protagonista jejeje. Segun sus palabras una epoca muy oscura para el, lo de las rosas no lo recordamos, buena memoria la tuya man ... ademas de eso recordamos otros "Eventos" de la misma epoca (la disco jupiter, la gran cabaña,etc) lastima que la conversa fue por chat y no en persona porque se necesitaba una cuba libre para ambientar y disfrutar mejor esas memorias.

Saludos.

anonimo94 at gmail.com

Esther said...

¡Je,je! Sin duda, debió de ser muy divertido.

Una vez,cuando era una niña, soñé con la idea de que alguna vez, alguien viniera a cantarme algo a la ventana pero, eso no suele pasar en España o yo no lo he visto nunca sino pero, es tan romántico... ...a las mujeres nos gustan las cosas así y no me extraña que cayera rendida a sus pies. Por cierto ¡qué mal genio los vecinos! Podrían haberse quejado de otra forma en vez de tirar piedras que pueden hacer daño.

Me gustó tu historia.

Saluditos.

Leslie said...

hahahaha buena historia.... siempre es tan divertido recordar las viejas locuras

Unknown said...

Soy de las que pensaba que unas flores no podían tener ningún tipo de efecto en mi....pero no es cierto.

Suena linda la historia...

Saludos ;)