El mundo giraba alrededor del segundo semestre de 1995 en la Secundaria EMC. Leonardo, un muchacho soñador, consideraba a Carlos como su mejor amigo. Aunque Carlos era particularmente inestable emocionalmente, siempre de alguna manera ellos siempre se las arreglaban para mantener su amistad en armonía.
Un día es esos, Leonardo descubre dentro de sí que le gustaba una chica de su salón de clases. Era imposible que ella no llamara la atención. Cabello largo, castaño, ligeramente ondulado. Chica brillante y alegre, características sencillas de deducir, pues obtenía buenas calificaciones y sonreía frecuentemente, y para Leonardo, no había sonrisa más hermosa que la de ella.
A pesar de ser un muchacho precoz y madura para su edad, Leonardo nunca cayó en cuenta el momento exacto en que esa chica capturó su corazón, pero de algo sí era seguro era que ya lo había hecho. Nunca sospechó que el nombre de esa chica quedaría escrito en forma de cicatriz en sus recuerdos... Susana.
Un día, luego de una clase de Deporte, seguida por algunos refrescos y bromas en el regreso a casa, Leonardo le confiesa a Carlos su gusto por la chica. Al contrario de lo que muchos pensarían, resultó que a Carlos tambien le gustaba Susana. Leonardo, ingenuo, nunca pensó que Carlos tomaría en serio el gusto por esa chica, pues Carlos era bien parecido y no era secreto que muchas chicas de su vecindario y de su salón coincidían en esa opinión. Leonardo desestimó su confesión, y lejos de ser cauteloso con sus sentimientos, siguió adelante.
Leonardo buscaba a Susana en los tiempos de recreo entre cada clase en la secundaria, y ella siempre al verlo lo saludaba con su habitual sonrisa. Conversaban de cualquier cosa, y algo que Leonardo le parecía fascinante, era que a Susana le gustaba mucho la música, una de las pasiones de Leonardo. Podían conversar de lo que fuese acerca de ello, particularmente de historia de la música, donde Leonardo buscaba en libros detalles sobre las biografías de grandes compositores, de las cuales leía desde niño, con tal de sorprender a Susana. Leonardo acostumbraba a llamarla por teléfono y conversaban tranquilamente. Las cosas parecían fluir sin obstáculos.
Nunca se sabrá si fue que Leonardo, por su ingenuidad, no supo comunicar sus intenciones claramente con Susana. El pensaba que avanzaba, pero las cosas en la realidad no eran así. Carlos, su mejor amigo, influenciado quizás por sentimientos como competencia, o bien, simplemente capricho, cortejaba a Susana a espaldas de Leonardo.
Se acercaba diciembre, y con ello las fiestas decembrinas. Leonardo consideraba especial ese período del año, por todo el movimiento que involucraba. La ciudad era adornada, el clima se hacía frío y acogedor, y ese "sentir navideño" de compartir con tus seres queridos era fácilmente contagiable.
Llegó diciembre, y la Secundaria EMC planificó una fiesta previa a las vacaciones escolares decembrinas en sus instalaciones. Esas fiestas tenían un aire particular, puesto que era extraño asistir a la Secundaria en horas que no fueran las horas académicas, y eso lo hacía extrañamente "mágico". En esa fiesta, Leonardo consideró que era el momento adecuado para decirle a Susana lo que sentía por ella. No había mejor momento.
Resulta que ese día, Carlos tambien consideró el momento perfecto para decidir conversar con Susana, y hacerse novios, petición a la que Susana accedió.
Cual sería su sorpresa esa noche, al buscar a Susaba, encontrarla junto a Carlos tomada de manos y besándose bajo un árbol, lejos del bullicio de la fiesta.
¿Navidad, alegría, compartir?. Todo desapareció para Leonardo. Sentía un dolor nunca antes experimentado, como si una tristeza enorme le aplastara el corazón. A la vez, una rabia y resentimiento hacia Carlos.
"¿Cómo pudiste, siendo mi amigo?" - pensaba, gritaba en su mente. Pero ni siquiera tuvo la fuerza para decir media palabra.
Esa noche Leonardo deseaba desaparecer, correr miles de kilómetros sin que nadie ni nada lo detuviese. No hizo otra cosa sino regresar a su casa, y resolvió sentarse en el sofá que daba al balcón. Ninguna luz estaba encendida, a excepción del árbol de Navidad y el resplandor de la luna llena proveniente del balcón. Simplemente estando allí, sin desear pronunciar palabra ni atreverse a pensar, luchaba con contenerse y no quebrarse. Finalmente, no logró contener par de lágrimas.
Pasaron algunos días, y Leonardo resolvió hablar con Susana. No quería confrontarla en persona y la llamó por teléfono, decidiendo decirle lo que deseaba decirle esa noche. Pero no con la intención de obtener una respuesta de parte de ella, sino para desahogarse. Para de alguna manera expresarle una rabia y tristeza desmedida, y expresarle la ingratitud y cómo se sintió traicionado por su amigo. Aún así, no pudo enfocar su rabia hacia ella, pero Carlos fue el objetivo de todos sus ataques. El fue el traidor, el fue quien no valoró la amistad... el fue quien se la robó.
Resultó que Carlos escuchaba la conversación por el otro auricular.
Carlos resolvió confrontar a Leonardo, y decirle que el escuchó todo. Que cómo se atrevía Leonardo a hacer que Susana, su novia, llorara por otro chico que no fuera el, su novio. Que el y Susana acordaron que Leonardo no interferiría en su decisión.
¿Ganas de golpearlo?, definitivamente. Leonardo soñana con barrer el piso con las costillas de Carlos. A pesar de que Carlos era considerablemente más fuerte que Leonardo, bajo el estado de indignación, su rabia y fuerza hubiera explotado al estilo de algunos personajes de comics. Finalmente, Leonardo decidió simplemente hacer nada y despedir a Carlos. Con dicha despedida la amistad jamás se recuperaría.
Leonardo decidió seguir adelante. Carlos y a Susana intentaron rescatar la amistad de Leonardo tiempo después, pero esa marca siempre hacía alejarse de alguna manera a ellos. Aunque era inevitable para Leonardo experimentar esa sensación agridulce de alegría y tristeza al ver sonreír a Susana.
Leonardo consiguió enterrar y desaparecer sus sentimientos hacia Susana. Al punto de que solamente quedara el recuerdo de lo que sucedió, una simple anécdota. Una de esas que contamos nosotros los hombres cuando nos reunimos con los verdaderos amigos, a recordar "cuando fuímos jóvenes".
Carlos le estableció a Susana que solo sería novio de ella hasta que obtuviera el grado académico, pues el planeaba irse del país, cosa que hizo cronometradamente y con una precisión escalofriante al obtener ambos el grado académico, dos años después. Leonardo siempre se preguntó si alguna vez Carlos de verdad amó a Susana, ante tal comportamiento.
Susana creció y se convirtió en una bella mujer. Conoció a quien sería su verdadero amor años después, y Leonardo se enteró a través de un viejo conocido que era felízmente casada y el fruto de ese amor se estaba formando en su vientre en la forma de una niña. Leonardo se preguntaba si esa niña sería igual de hermosa, tal como recordaba a su madre.
Nunca más supo de ella.
Leonardo creció y pasó a formar parte de una banda de música rock. La vida siempre es fuente de inspiración para las obras, y escribió poemas que se convirtieron luego en canciones acerca de ella. Aún hoy se pregunta si todas las personas que escuchan sus canciones sintieron alguna vez lo que él sintió.
Leonardo decide finalmente vivir en una casa con vista a un lago. Nunca dejó de apasionarle la música. Un día, decide tomar su guitarra, y simplemente, tocar...
"How quick the sun can drop away
and now my bitter hands cradle broken glass.
Of what was everything?.
All the pictures have all been washed un black, tattooed everything.
All the love gone bad, turned my world to black"
...
"I know someday you'll have a beautiful life,
I know you'll be a sun in somebody else's sky, but...why can't it be mine?"
Black by Pearl Jam
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