May 11, 2010

La Conversión de Saulo



Hace tiempo, en mi época universitaria, en una de esas conversaciones sostenidas con los amigos, surgió una opinión lapidaria: "la gente no cambia, si eres una basura de persona, siempre lo serás". Si lo miras sin profundizar, puedes aceptar esa opinión como hecho irrefutable. ¿Cuántos de nosotros no hemos tenido experiencias relacionadas con personas que nos hacen la vida "en cuadritos" (expresión común venezolana, referida a circunstancias que hacen difícil nuestro día a día), y al separarnos de esa persona y enterarnos luego que esa persona continúa con modo de actuar, decimos: "es que XXX no cambia".
Apuesto que muchos desconocen esta historia, la cual particularmente es una de mis favoritas. Y sí, está en La Biblia, y quizás sea un contraejemplo formidable de que las personas sí pueden cambiar, pero necesitan un "empujoncito" de alguien Superior.
En los Hechos de los Apóstoles, en los primeros capítulos, mencionan a un hombre llamado Saulo, proveniente de la ciudad de Tarso. Saulo era judío, pero tenía una condición especial: era ciudadano romano. En una Palestina dominada por los romanos, definitivamente ser ciudadano romano y judío al mismo tiempo, te hacía ser una persona distinguida.

Por ser ciudadano romano, Saulo podía cargar consigo una espada. Algo así como pertenecer a una guardia civil.

Saulo era un judío muy responsable. Era respetuoso de la Ley de Moisés, y la estudiaba con los maestros de la Ley en ese entonces, que eran considerados hombres poderosos y respetables. Un día, comienza a escuchar de una "secta judía" que predicaban que el Mesías ya había pisado tierra, y su nombre era Jesús. A Jesús lo habían condenado a muerte por declarar ante el jurado que El era el Hijo de Dios, y los "sectarios" decían que había resucitado, y que lo vieron en vida. ¡Qué locura!. imagina que tú escuches algo que remueve todos tus conocimientos y creencias, todo promulgado por unos hombres humildes, unos pescadores, siendo obvio que de ser cierto, se hubiera revelado y demostrado un hecho así es ante los maestros de la Ley.

Imagino que Saulo ignoró estos, y hasta hizo chistes de ellos. De estos "cristianos". Pero la cosa se volvió preocupante cuando el número de cristianos comenzó a crecer. Se comenzaba a percibir menos gente en las sinagogas, que eran los templos donde se reunían los judíos a orar y predicar sobre Dios. Tanto fue la preocupación de Saulo, que se unió a un grupo reaccionario que encarcelaba a los cristianos, por considerar que su prédica era un crimen, un crimen que incluso los hacía merecer la muerte.

Y sí, muchos cristianos fueron pasados por la espada o apedreados. Saulo, siendo hábil y diligente, escaló posición, y fue ascendido y se le encargó de realizar una misión inquisidora en la ciudad de Damasco. Hasta aquí, podemos decir que Saulo era una "ratica". Fue inmisericorde y aplicaba mano dura sin titubear. Convencido totalmente de que estaba haciendo lo correcto.

Yendo a Damasco, sucede algo interesante. Saulo sintió como un trueno en su cabeza, que lo tumba de su caballo al suelo. Desesperado, ve como un hombre se le aparece. Sus acompañantes observan como Saulo grita desesperado y asustado, totalmente sorprendido por la visión.

"Saulo, ¿por qué me persigues?" - dice el hombre.
"¿Quién eres?" - pregunta Saulo. Asustado.
"Soy Jesús, a quién persigues".

Ok, Jesús. Aquel a quien conocidos tuyos condenaron a muerte. Quien pensabas que estaba más que ido de este mundo, se te aparece enfrente de tí. Y no es un espíritu. Saulo lo siente realmente. Saulo queda ciego. El Hombre le pide que continúe a Damasco y espere, que alguien lo buscará.

Imaginen a nuestro amigo, ciego, asustado, impresionado, con miles de pensamientos encontrados y contradiciéndose entre sí. "Pero... No puede ser... Si yo... Jesús... Esperar... ¡¿Esperar a quién?!... No veo... Ayuda... No veo...". Imagino que lloraba. Un hombre asustado totalmente.

Saulo fue a Damasco. Tal sería la conmoción que decidió no comer. Tres días pasó ciego, con hambre y orando. "¿Qué carajos hice?" - supongo que sería la pregunta adaptada al lenguaje actual. Saulo se dió cuenta de que estaba equivocado. Sangre inocente fue derramada por órdenes suyas.

Y tal como le dijo Jesús, un disípulo cristiano fue a donde se estaba quedando, y orando con él, recuperó la vista. Dice la historia que de sus ojos se desprendieron como escamas. Aquí, entendió que debía hacer algo, y que ahora su vida tenía un nuevo propósito. Fue llamado a tomar el lugar de las personas que hizo daño, y extender hasta donde nadie se había atrevido a ir jamás su testimonio. "¿Saben qué?, yo fuí el peor. Maté y perseguí por una razón equivocada, pero se me dió una oportunidad y cambié, y ahora sé cuál es la Verdad".

Saulo luego fue conocido por otro nombre. Pablo. Para los cristianos San Pablo, el apóstol a mi parecer más aventurero y osado que el mundo haya visto.

¿Qué me enseña Saulo?. Que solo necesitas darte cuenta de que estás equivocado y debes cambiar. Que el cambio es una gracia que se obtiene por medios no convencionales, y que cuando llega sacude tu mundo. Que cambiar no significa solamente "dejar de hacer", sino hacer más para sanear lo hecho antes con obras y acciones. Todos estamos llamados a cambiar. A convertirnos. Una conversión es un renacimiento. Al salir de tu desconcierto, sientes una energía increíble que no puedes canalizar sino a través del cambio. Sientes que tus ojos ya no tienen escamas. Ves con claridad las cosas, y está presente la necesidad de hacer.

Pide el cambio... No te arrepentirás.

"¿Es tan dificíl, hermano Logan, ver el mundo con ojos diferentes?" - Nightcrawler a Wolverine, X-Men.