Aug 10, 2012

Afuera

Y con una sensación de opresión en su pecho, Leonardo despertó ansioso. Sentía que le faltaba el aire, que su respiración se hacía errática. Se sentía realmente mal.

Es tan solo uno de esos episodios, donde Leonardo manifestaba en su cuerpo sus angustias. Leonardo sabía que estába dañado, pero aún así guardaba la sensación de no haber atado todos los cabos emocionales de su vida.

Leonardo tenía un hermano, llamado Matías. Era el mayor de tres hermanos. Entre él y Leonardo existían tres años y medio de diferencia. Matías, por ser el primer hijo, siempre tuvo toda clase de privilegios. Siempre fue "el modelo a seguir" impuesto a Leonardo. La diferencia de edad no hubiera sido un problema, sino hubiese sido por las siniestras intenciones de Matías, siempre alineadas en provocar sufrimientos emocionales a su pequeño hermano menor.

Incontables maneras ocurrieron estos abusos. Desde maltratos hasta golpizas. Irónicamente, los padres de ambos hermanos fueron de carácter tranquilo y pacífico, y nunca se percataron de los abusos emocionales que Matías realizaba con el joven Leonardo. Siempre fueron tan solo justificadas con el sencillo pensamiento de "son juegos de muchachos", o un regaño inocuo de "Matías, no seas tan malo con tu hermano". "Los hermanos tienen que quererse siempre".

Los años pasaron, y Leonardo creció con ese miedo tatuado a su alma. Matías dejó de torturarlo cuando su edad le permitió encontrar otros amigos, y Leonardo pasó a ser ignorado. Aspectos tan incluso risibles como que Leonardo entrara a la habitación de Matías, aunque fuera a preguntarle algo, se convertía en una escena patética, donde Matías amenazaba a Leonardo con frases como "si pasas te vas a arrepentir". Leonardo, ya con la cicatriz de los abusos tan visible en su alma, simplemente se dejaba dominar por la amenaza.

Y así el miedo fue haciendo metástasis en el alma de Leonardo. Y nunca pudo luchar contra ello.

¿Cómo puede aprender a defenderse alguien que no fue enseñado a ser defendido?. ¿Cómo puede un niño aprender a ser respetado, cuando los abusos son ignorados y mancillados a simplezas y ligerezas?.

Pobre Leonardo, le ha costado su salud el haber desconocido tan digna herramienta. ¿De qué manera puede pasar la página y comenzar un nuevo episodio de su vida, dónde la sombra del miedo jamás sea tan grande como para oscurecer al corazón y las ganas de vivir?.

Quizás Leonardo encuentre la paz interior que tanto anhela. No será hoy, quizás no sea mañana. Hoy, no le queda más remedio que temblar y angustiarse. No le queda más remedio que llevar su mano a su pecho, y pedir al Cielo que lo socorra. Hoy, no conoce el remedio.

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